viernes, 5 de octubre de 2007

ÉTICA DEMOSTRADA BAJO EL ORDEN GEOMÉTRICO

fgA lo largo del recorrido expuesto por Spinoza en la parte cuarta de la Ética demostrada bajo el orden geométrico (De la servidumbre humana, o de la fuerza de los afectos); encontramos varias concepciones importantes presentes en el pensamiento filosófico del autor y por supuesto su visión ética de los afectos. En este pensador; es muy difícil separar la visión ética de la ontológica, por ello nuestro recorrido se basará en la distinción ontológica de los aspectos resaltados por él en este capítulo. En primer lugar en el prefacio expone el concepto de servidumbre, la dicotomía presente entre el bien y el mal al respecto de su significación y la problemática presente en la concepción de la perfección y la imperfección. Durante el desarrollo de este capítulo sobre estas vertientes Spinoza a través de sus definiciones, axiomas y proposiciones nos acerca cada vez un poco más a su filosofía y a su idea suprema de la Sustancia, tratado en este caso como Naturaleza y Dios.
Al respecto de la servidumbre encontramos en primera instancia su conceptualización, para el autor es: “La impotencia humana para moderar y reprimir sus afectos, pues el hombre sometido a los afectos no es independiente, sino que está bajo la jurisdicción de la fortuna”.

Así pues, los hombres ante un afecto generalmente se ven atados de manos al no poder controlarlo y se muestran como sirvientes del éxito, reconocimientos, etc.… que son aquellas cosas que nos alejan del Bien Supremo. La concepción de Spinoza del bien y el mal a primera impresión nos puede dar una idea del trabajo sofístico del conocimiento; es decir, del que aparentemente todo sea válido según el contexto mostrado. Cuando nos remontamos al hecho de que una concepción como el Bien y el Mal no puede dejarnos cabida a la duda; pareciéramos entrar en un túnel sin salida, sin embargo no es así. El autor sostiene: “…los hombres son, sin duda conscientes de sus acciones y apetitos, pero inconscientes de las causas que los determinan a apetecer algo”“Así, pues, entenderé en adelante por <> aquello que sabemos con certeza ser un medio para acercarnos cada vez más al modelo ideal de naturaleza humana que nos proponemos. Y por <>, en cambio, entenderé aquello que sabemos ciertamente nos impide referirnos a dicho modelo”(Extraído del Prefacio) Todo tiene que ver con la razón y los deseos; para Spinoza los deseos que son realmente racionales son las acciones, éstas no son buenas o malas en virtud del contexto, sino en virtud de que tanto se acercan o se alejan del conocimiento certero. El mayor de los conocimientos esta referido a la Sustancia o a Dios, y en tanto más se acerque una acción a la certeza del conocimiento del mismo, tanto más se acerca a la concepción realmente verdadera del bien. Todo esto lo desprendemos de las siguientes proposiciones: Proposición VII: “El conocimiento del bien y el mal no es otra cosa que el afecto de la alegría o el de la tristeza, en cuanto que somos conscientes de él”Proposición XIV: El conocimiento verdadero del bien y el mal no puede reprimir ningún afecto en la medida en que ese conocimiento es verdadero, sino sólo en la medida en que es considerado él mismo como un afecto”Proposición XII: “El afecto relacionado con una cosa que sabemos no existe en el presente, y que imaginamos como posible, es más intenso, en igualdad de circunstancias, que el relacionado con una cosa contingente”Proposición XXVII: “Con certeza, sólo sabemos que es bueno o malo aquello que conduce realmente al conocimiento, o aquello que puede impedir que conozcamos”Proposición XXVIII: “Es supremo bien de alma es el conocimiento de Dios, y su suprema virtud, la de conocer a Dios”. Así pues asegura que dicho conocimiento que por demás es racional, no acerca más a la felicidad y esto nos impulsa a realmente obrar bien. De esto desprendemos el hecho de que aunque los afectos forman parte de nosotros porque es parte constitutiva de nuestra alma, mientras más actuemos certeramente más cerca estamos de la sustancia. Vemos pues como la Sustancia y el hombre terminan siendo lo mismo, pues la acción nos une a ella de una manera tal que nos hace una afección de la misma. Tanto así que somos sirvientes fieles de la sustancia en tanto que irremediablemente estamos ligados a la acción y por tanto a las ideas y virtudes, como a su vez la Sustancia es necesariamente dependiente de nosotros para poder manifestarse y darse a conocer a través de nuestro pensamiento y de nosotros. Resaltamos pues a fin de nuestra investigación: Proposición XXIV: “En nosotros, actuar absolutamente según la virtud no es otra cosa que obrar, vivir o conservar su ser (estas tres cosas significan lo mismo) bajo la guía de la razón, poniendo como fundamento la búsqueda de la propia utilidad”Capítulo III:“Nuestras acciones, esto es, los deseos que se definen por la potencia del hombre, o sea, por la razón, son siempre buenos, en cambio, los demás pueden ser tanto buenos como malos” En cuanto a la perfección podemos notar que este vínculo con la Sustancia y por tanto con Dios, con la Idea y con la Naturaleza; nos da por fin una cercanía al pensamiento certero y por tanto perfecto en la medida en que más se acerque a ella. Una acción será tanto más perfecta en cuanto se acerque más al bien a la felicidad y a la sustancia. Las cosas que vemos en el mundo no las podemos calificar de perfectas o imperfectas porque cumplen con su idea potencial, y las que creamos a través del arte y la tecnología tampoco porque en realidad se estarían adecuando a una idea de cómo pensamos son las cosas o como queremos sean las cosas. Lo que si podemos medir en tanto al criterio de perfección o imperfección es a la idea misma y por tanto a la acción que se desprende de ella; es decir, a la idea de la cosa o el artefacto, en la medida que se adecue o nos acerque más al conocimiento verdadero de cualquiera de las dos situaciones. Así pues concluimos citando al autor:


Capítulo XXXII: “Pues en la medida en que conocemos, no podemos apetecer sino lo que es necesario, ni en términos absolutos, podemos sentirnos contentos sino es ante la verdad. De esta suerte, en la medida en que entendemos eso rectamente, el esfuerzo de lo que es en nosotros la mejor parte concuerda con el orden de la naturaleza entera”


Dada estas concepciones es imposible escapar al hecho de que hay una diferencia radical en este autor a los que exponen su visión ontológica del Ser, ya que esta concepción está en continuo movimiento porque depende de nosotros mismo y sigue manteniendo el hecho de que promueve el movimiento en nosotros, la perfección, el bien y la belleza en la grandeza de su mostrarse.


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Las citas textuales aquí referidas fueron tomadas de la versión digital del libro “Ética demostrada bajo el orden geométrico” de Baruch Spinoza, Parte Cuarta: “De la servidumbre humana, o de la fuerza de los afectos. por lo que no se colocó directamente los números de las páginas pero si una distinción clara a lo que se hace referencia, ya sea por las proposiciones, conclusiones o prefacios.

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